Miles de madrileños instalaron ascensores en sus casas alentados por la Comunidad de Madrid, que prometió pagar hasta un 70%. Pidieron préstamos que ahora no son capaces de devolver porque cuatro años después no han recibido un céntimo.
Carlos Redondo tiene 84 años. Después de muchas décadas subiendo por las escaleras al piso en el que vive en la barriada obrera de la Ciudad de los Ángeles, en el sur de Madrid, vio la luz cuando supo de las generosas subvenciones a la instalación de ascensores que anunció la Comunidad de Madrid.
En el marco de su Plan de Rehabilitación, la Administración prometía abonar el 70% del coste de las obras, con un tope de 50.000 euros, a aquellas comunidades de propietarios que, como la de Luis y su avejentado vecindario, carecieran de este elemento indispensable para la accesibilidad y acometieran su instalación. En casa de Carlos lo hicieron en 2009. Cuatro años después todavía no han visto un céntimo.
Construido a mitad del siglo pasado para integrar la multitud de emigrantes del campo español que llegaban al Madrid del desarrollismo en busca de un futuro, el caserío de la Ciudad de los Ángeles fue alzado sin un elemento arquitectónico entonces considerado accesorio, y hoy indispensable para unos residentes que han envejecido en aquellas casas. Lo mismo ocurre en Mortalaz, El Barrio de la Concepción, Santiago Apóstol y otros lugares que hoy son parte esencial de Madrid.
Muchos vecinos dieron el paso. No era fácil, porque la subvención se pagaba a posteriori. El dinero había que adelantarlo y muchos se vieron obligados a endeudarse con los bancos para conseguirlo. El coste de una obra de este tipo oscila entre los 75.000 y los 120.000 euros por edificio. En el de Carlos tocaban a 11.900 por piso, de los que contaban con recuperar 5.000 con la subvención. Lo que nadie suponía es que, años después de haber concluido los trabajos, la prometida ayuda pública, promocionada mediante una ambiciosa campaña publicitaria, no hubiera llegado. Carlos Redondo protesta porque «de haber sabido que no nos iban a dar el dinero no nos hubiéramos metido en este lío». Uno de sus vecinos, más joven, lo expresa con más contundencia: «Nos sentimos estafados».
Fuente: ABC